La mala suerte que 'La Revuelta' ha tenido después de solo diez meses en antena es como para ponerle un marco y exorcizarla. A lo largo de esta temporada hemos tenido invitados que no llegaban, otros robados directamente por 'El Hormiguero', cambios de horario, una bronca muy mediática con Melody... Y, claro, no se podían ir sin otra catástrofe más, viéndose obligados a cancelar en el último momento su gag más espectacular, ese en el que llevaban trabajando desde octubre, por culpa de un titular engañoso. Y aquí hay mucha tela que cortar.
Un concierto que nunca fue
No creo que nadie se lleve las manos a la cabeza si digo que la gran mayoría de la prensa online -excepto aquellos que pueden protegerse tras un muro de pago- vivimos de los clics. Es lo que hay: se intenta hacer lo mejor posible, pero hasta el lápiz menos afilado del estuche lo sabe. Sin embargo, la dictadura del clicbait, que se acepta con reticencias como parte del juego, no debería ser un "todo vale" que nos diera momentos tan bochornosos como el que se ha dado esta noche en 'La Revuelta', cuando Jorge Ponce se ha visto obligado a explicar el gigantesco gag que el equipo llevaba preparando casi desde inicio de temporada... Y han cancelado sin miramientos.
Ya en 'La Resistencia', Ponce perpetró un chiste, a priori soso y sin alma, en el que hacía la declaración de la Renta a un seguidor, que salía a pagar. Entonces empezaba una canción con baile incluido, con el estribillo "Le sale a pagar", que duraba la friolera de diez minutos en los que hubo de todo, desde Ignatius Farray casi partiéndose la cara con una caída desde el escenario hasta el público subiéndose al mismo para celebrarla. Fue un momento magnífico de la primera etapa del programa que ahora, seis años después, han repetido pero con un resultado diferente: "Le sale a devolver".
La idea original era increíble: todo el público saldría del Teatro Príncipe e iría hasta la Plaza de Callao, en Madrid, encontrándose por el camino con una batucada, un grupo de majorettes, Lalachus disfrazada como "ventanilla única", Ignatius Farray vestido del anarco-capitalismo, un cabezudo disparando muñecos de bebés que simbolizaban el estado del bienestar, los Estopa, un coro de niños cantando en lo alto del Cine Callao 'Como Camarón' y un épico final en el que los hermanos Muñoz actuarían con una canción. La idea era, como todo en 'La Revuelta', que fuera una sorpresa para todo el mundo, como culminación final de un sketch que llevara la tontería a otro nivel. En ningún caso se pretendía que fuera como el evento de Netflix que congregó a 5000 personas y cerró la Calle Alcalá, sino más bien como un "happening" que ocurre sin avisar: si estás allí, lo ves. Si no, te lo pierdes. La idea era perfecta... Y entonces llegó la prensa.
Hacer tele, ¡y vaya tele!
Ayer, los compañeros de Vertele, con mejor intención (y, probablemente, emoción por la exclusiva) que tino, titularon "'La Revuelta' hará un gran concierto de Estopa cortando el centro de Madrid para cerrar su primera temporada en RTVE”. ¿Y qué pasaba? Que ni gran concierto, ni cortar el centro, ni nada. Y, con el público general ya avisado, conociendo más o menos las horas en las que se graba el programa, la Policía se vio obligada a prohibirles que salieran del teatro para evitar el "efecto llamada" y que el centro de Madrid se colapsara. Total, y en resumidas cuentas, que el trabajo de nueve meses se ha caído por la borda.

A Ponce y Broncano, que al final ya están acostumbrados a ser los pupas de la televisión nacional, se les notaba claramente afectados, y es normal. Sí, era una chorrada de chiste, por supuesto. Pero un chiste que les habría costado un buen pellizco del presupuesto -que, antes de que otros lo digan en los comentarios, viene de nuestros impuestos- y que, ya pagado, han decidido desglosar en televisión siguiendo la senda del Keep It Cutre y, ya de paso, demostrando que el programa necesita a Ignatius Farray más que Ignatius Farray al programa. El resultado ha sido bonito, pero ha dejado el poso de una oportunidad perdida para dar un momentazo televisivo viral de humor blanco en una época donde claramente se necesitan para revitalizar los canales lineales.
'La Revuelta' quiere sorprender en una era donde queremos que nos den todo mascadito, leer titulares sensacionalistas y que los influencers pagados de TikTok nos expliquen nuestro próximo plan de tardeo. Y todo no puede ser, claro. Lo peor de todo es que no hay un gran ente malvado a quien culpar: en el comunicado de disculpas de Vertele (muy honesto y correcto) se deja muy claro que la publicación de la exclusiva no tuvo ninguna intención de hacer daño, sino de, simplemente, poner en valor lo que estaba haciendo el programa mientras se sitúa en la parrilla opacado en audiencias por Pablo Motos. Aún así, lo que hemos visto en pantalla ha sido, además de un acto increíble de resistencia y metatelevisión, una absoluta fantasía que no entiende de colores ni de partidos. Hay mucho talento ahí dentro esforzándose por hacer trucos de magia con la comedia, y da pena ver cómo puede evaporarse con tan solo un titular.

Sin underground no hay televisión que valga
Lo bueno de todo esto es que todos hemos aprendido -o deberíamos haber aprendido- algo. El equipo de 'La Revuelta', que debería tener más cuidado con las filtraciones la próxima vez que quiera hacer algo parecido (porque, por supuesto y pese a las dificultades, querrá). Los medios, que no todo vale por diez clics de más y que, antes de informar sobre este tipo de eventos sorpresa, merece la pena llamar al programa en cuestión y -sobre todo- hacerles caso en sus instrucciones para no fastidiarles el trabajo de varios meses. Broncano, que echa de menos a Ignatius. Solo espero que no hayamos aprendido todos las lecciones equivocadas: que mentir y especular da clics, que no merece la pena creer en una televisión distinta porque todo se va a la porra y que el underground no tiene cabida en TVE.
Lo de hoy ha sido un momento triste más en una temporada que ha demostrado que en 'La Revuelta' tienen ganas, ideas y un equipo tremendamente creativo, pero no estaban preparados para las garras, los apuñalamientos por la espalda y las dentelladas de lo mainstream, de que las webs analizáramos cada uno de sus movimientos, de los comentaristas en redes sociales. De 2025.
Personalmente solo espero que el verano les sirva para reflexionar. No para cambiar su modus operandi -aunque no estaría mal darle, a estas alturas, un par de giros a las entrevistas, que se han vuelto repetitivas una vez pasada la novedad del formato-, sino para pensar en cómo hacer el "fuck you" definitivo a todos los que no confiaban en ellos antes de que llegue el momento inevitable de que les echen del prime time. Al menos, para cuando eso pase, habrán dejado huella en la historia televisiva de este país. Francamente, no todos podemos decir lo mismo.
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